miércoles, 13 de noviembre de 2024

ciro

miércoles, 24 de abril de 2024

Desapego


Sólo existe el apego; no hay tal cosa como el desapego. La mente inventa el desapego como una reacción a las penas del apego. Cuando reaccionamos al apego volviéndonos «desapegados», nos apagamos a alguna otra cosa. Por lo tanto, todo ese proceso es un solo proceso de apego. Nos apagamos a nuestra esposa o a nuestro marido, a nuestros hijos, a las ideas, a la tradición, a la autoridad y demás; y nuestra reacción a ese apego es el desapego. El cultivo del desapego es la consecuencia del dolor, de la pena. Queremos escapar del sufrimiento que genera el apego, y nuestro escape consiste en encontrar algo a lo que pensamos que podemos apegarnos. Así que sólo existe el apego, y es una mente tonta la que cultiva el desapego. Todos los libros dicen: «Desapégate», pero ¿cuál es la verdad en esto? Si uno observa su propia mente, verá una cosa extraordinaria: que al cultivar el desapego, la mente termina por apegarse a alguna otra cosa.

(KRISHNAMURTI, Jiddu, Libro de la Vida).

lunes, 5 de febrero de 2024

Recuerdos y compañía



 "Aquí cultivamos la conversación y el anonimato más que la hiperconectividad. Pero nos han hecho grata companía. Y eso vale mucho."

martes, 16 de enero de 2024

Significado





 A mí me hubiera conquistado para siempre, pero los dioses le dan pan a los desdentados, ja ja.

lunes, 15 de enero de 2024

La hora de la claridad

(Clic para ampliar).


¿Por qué la gente no puede sostener una promesa?

Si tal las cosas, ¿no sería mejor no prometer?

Nadie promete tanto como el que no va a cumplir.

Pero dos que se quieren, se dicen cualquier cosa.

viernes, 12 de enero de 2024

Lemuel nos comenta



[...] la tele y tratando de despertar, tirado en la escalera, me di cuenta de que todos los chicos se habían ido; en realidad, casi todos, pensé con los ojos cerrados sintiendo un bulto tibio enroscado en mi pierna. Casi todos, dije, tanteando la muda sombra que entumida se apegaba a mi costado. Y era tan suave el pelaje arisco de su quiltra piel, y era tan velludo ese cuero canino que dormía a mi lado, que no parecía humano ese acezar animal que lamía mis dedos en el estruje de la caricia. Y en realidad no era humano ese perro Cholo que en busca de calor buscaba mi compañía. Era más que humana la orfandad negra de sus llorados ojos. Y estaba tan solo, tan infinitamente triste como yo esa noche perruna, que me sentí generoso en la repartija de mi mano multiplicando fiebres. Me sentí San Francisco de Asís lujuriosamente enamorado de su lobo. Y dejé correr su cochambre arestiniento por mis yemas, por su estómago desnutrido de perro guata de pan, perro trasnochado, perro cunetero, perro sin amo y sin amor. Por eso archivé la moral ecológica en el estante de Greenpeace, y le brindé a mi Cholo una paja gloriosa que nunca una caricia humana le había concedido. Y así se fue meneándome la cola caninamente agradecido, y yo también le dije adiós con la mano espumosa de su sémen, cuando en el cielo un costra de zoofílica humanidad amenazaba clarear.

martes, 2 de enero de 2024

Spencer Tweedy




That’s why high school, or a crappy job, or any other restrictive circumstance can be dangerous: They make dreams too painful to bear. To avoid longing, we hunker down, wait, and resolve to just survive. Great art becomes a reminder of the art you want to be making, and of the gigantic world outside of your small, seemingly inescapable one. We hide from great things because they inspire us, and in this state, inspiration hurts.


—TWEEDY, Spencer, One of the best articles I’ve ever read. (Rookie Mag)