En la capital francesa adoptó su nombre artístico, el Juan Gris que lo hizo célebre.
Y comenzó también el desfile de sus cuadros monumentales.
De las curvas barrocas que lo fascinaron en el comienzo de su obra pasó a una mayor solidez y a un toque misterioso en la representación de los objetos.
Logró una síntesis más conceptual que ejecutiva con líneas geométricas que descollaron en sus varios violines y guitarras —dos de sus temas fundamentales—.
Se animó también con collages de objetos fragmentados y unidos por un concepto inequívoco.
En 1913, en la madurez de su carrera artística, conoció a Josette, la mujer de su vida.
Un ataque de uremia complicado con otras afecciones se lo llevó en 1927.